Sin duda piensas o comentas que cada día nuestra ciudad y nuestro estado se torna más violento y que no hay a simple vista, una solución que nos regrese la paz.
Y en cierta medida tienes razón, porque no hay soluciones simples para hacer frente a los constantes aumentos del crimen y la victimización.
Quienes están delinquiendo no son en su mayoría personas que vienen de fuera a hacer el mal en nuestra tierra. Gran parte de ellos son de aquí, aquí crecieron, son parte de nuestras familias, vecinos o comunidades.
Pero no todo está perdido. Estudios muestran que cuando los gobiernos y la sociedad se unen ante graves problemas de violencia se mejoran los entornos de convivencia.
La clave de éxito es empezar uno a uno, en casa, luego en comunidad, en grupos, articulados para protegernos entre todos. Los buenos somos más.
Una vez comprometidos, debemos unirnos para exigir políticas públicas de seguridad ciudadana para prevenir la violencia y reducir el crimen, desarrollando actividades que den prioridad al rediseño, renovación y modernización de los espacios públicos, la creación de empleos y programas de aprendizaje e intervenciones para quienes se encuentran en situaciones de riesgo.
El éxito de las políticas de seguridad pública se basa en un compromiso positivo de colaboración.
Hagamos las paces y trabajemos en conjunto con las autoridades de los tres niveles de gobierno, las organizaciones ciudadanas que se esfuerzan por lograr una mayor seguridad en los hogares, lugares de trabajo y vecindarios.
La búsqueda de justicia y seguridad no puede estar desvinculada de nuestra participación.
Cambiemos conductas.