Carlos, hermosillense que ama a su familia, disfruta de las coyotas y es 100% naranjero, se levanta cada día a las 5:30 de la mañana.
Como cada día, se despide de su esposa y sus pequeños hijos, tiene dos, de 2 y 3 años de edad. Antes de salir deja su reloj y su cadena, ha escuchado en el noticiero que es un hábito -no utilizar accesorios de valor- que ha tomado más del 50 por ciento de las personas, para evitar ser asaltadas en Hermosillo. Él se suma por experiencia y precaución a esa decisión, el año pasado fue víctima de un robo con arma blanca.
Camino al trabajo, Carlos decidió tomar una ruta alterna al salir de su colonia para evitar saludar a sus vecinos. Él, al igual que el 75% de los hermosillenses, tiene conflicto con alguno de ellos, y quiere evitarse más problemas. La última vez que tuvo una discusión con uno de ellos por el alto volumen de música hasta entradas horas de la madrugada lo reportó al 911, pero la policía no llegó y se hizo de palabras con su vecino, hasta casi llegar a los golpes.
Después de caminar un buen trecho llegó a la parada del camión, pero le invadía una sensación de angustia. Como él, 6 de cada 10 personas se sienten inseguras mientras esperan el transporte público. Para colmo, los baches en las calles y avenidas, que preocupa al 98% los hermosillenses, provocaron que el trayecto fuera poco placentero, lento y tortuoso. El desayuno se le revolvió en su panza y casi llega tarde al trabajo.
Después de una ardua jornada laboral, Carlos decidió llegar al cajero automático, pero el que le quedaba cerca estaba localizado sobre la vía pública. ¿Debía llegar? Se preguntó, últimamente había leído o escuchado sobre asaltos en estos lugares. No estaba equivocado en tener esa alerta en su cabeza, los datos sobre la inseguridad indicaban que el 75% de los hermosillenses no se sienten seguros en bancos y 50% había sido testigo de algún robo o asalto.
Decidió mejor ir a casa. Iba con la idea de salir a caminar con su esposa e hijos, disfrutar de la caída de la noche, pero ese deseo se desvaneció. Sintió miedo, no por él, sino por su familia. Recordó que cerca de ahí vendían droga, algo que 6 de cada 10 hermosillenses han constatado. Incluso la mitad de la población ha señalado cómo ya es común ver a personas beber alcohol en la vía pública.
La nostalgia se apoderó de Carlos esa noche, quería para sus hijos lo que él tuvo, parques y calles libres de peligro.
Tampoco quiere ser parte del 67% de las personas que creen que la situación con la delincuencia e inseguridad seguirá igual de mal o empeorará.
¿Entonces cómo vivirán sus hijos?
Nosotros, al igual que Carlos y probablemente tú, ya no queremos que está sea nuestra realidad.
¿Qué podemos hacer?
* Historia ficticia, utilizando información a diciembre de 2019 de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana. INEGI.